Los Barrios más famosos de Londres
¿Cuáles son los barrios más famosos de Londres? Es una pregunta que suelen hacernos los turistas que se ponen en contacto con nosotros cuando están planificando su viaje a la capital británica. En este artículo vamos a mostraros cuales son los barrios más famosos de Londres y qué monumentos o lugares de interés esconden con tal de facilizaros vuestra planificación del viaje.
Londres fundada en el 43 d.C. por los romanos, ha vivido plagas, incendios, bombardeos,… pero siempre ha sabido renacer de sus cenizas hasta convertirse en lo que es a día de hoy, una macro-ciudad moderna que no se olvida del pasado, combinando lo nuevo con lo antiguo y sobretodo multicultural, acogiendo a ciudadanos de hasta 270 nacionalidades diferentes entre sus casi 9 millones de habitantes.
A medida que iba creciendo la ciudad empezó a dividirse en diferentes “mini-ciudades” muy diferentes y variopintas que aun a día de hoy siguen conservando su propia historia e idiosincrasia. En total Londres cuenta con 33 distritos repartidos en nueve zonas, concentrándose los más famosos entre las zonas 1 y 2 aunque los más lejanos también tienen su encanto.
Al pasear de un barrio a otro, es fácil ver por qué cada uno de estos vecindarios londinenses es único y especial. Mientras que algunos de ellos son el hogar de museos, monumentos y palacios históricos considerados Patrimonio de la Humanidad, otros contienen una gran cantidad de rascacielos modernos.
Mientras algunos barrios de Londres son famosos por sus mercados y arte callejero, otros se han popularizado por su ambiente nocturno a través de movidos clubs nocturnos y pubs típicos ingleses.
Pero con tantos barrios para elegir, es comprensible que algunos destaquen más que otros. Con tal de facilitar vuestra planificación a la hora de visitar la ciudad, a continuación te mostramos algunas de las zonas interesantes y mejores barrios para visitar en Londres:
LOS BARRIOS MÁS FAMOSOS DE LONDRES:
CITY OF LONDON
Cómo llegar a la City of London:
Desde Charing Cross Station puedes tomar el metro en la cercana estación de Embankment Station y bajarte en Blackfriars Station o Cannon Street Station para visitar la Catedral de San Pablo, Monument Station para el Banco de Inglaterra, la Royal Exchange y Leadenhall Market, y Tower Hill Station para la Torre de Londres y el Puente de la Torre.
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La City of London realmente no es un barrio, sino una ciudad dentro de una ciudad. De hecho es donde nació todo, cuando los romanos fundaron Londinium, alrededor del año 50 d.C.
En la Edad Media cobró una enorme relevancia comercial, gracias sobre todo a la exportación de lanas, y terminó convirtiéndose en la capital de Inglaterra, aunque los reyes residían en la vecina Westminster. En la primera Constitución del país, la Carta Magna, se detalla la independencia legal de Londres, la cual sigue en vigor después de más de 800 años.
Por eso se la denomina City of London, en contraste con el Greater London (Gran Londres), los otros 32 distritos que confirman el área metropolitana. La City elije cada año a un nuevo alcalde autónomo y apolítico, que representa a todo el sector financiero del Reino Unido a nivel internacional. También dispone de su propia policía y cuerpo de bomberos.
La City fue arrasada en tres ocasiones a lo largo de su historia: los incendios de 1212 y 1666 y los bombardeos nazis de la Segunda Guerra Mundial. Esto ha propiciado que desde hace un par de décadas, se desatase una fiebre por la construcción de rascacielos que, irónicamente, hacen que la parte más antigua de Londres sea, a su vez, de las más modernas.
No te esperes un casco antiguo con casitas de madera en Londres: verás algunos monumentos y edificios antiguos, pero es un área muy modernizada. Lo que apenas ha cambiado en 800 años es el trazado de sus calles, así que prepárate a perderte por callejones estrechos o sin salida y a sorprenderte del contraste entre añejos negocios ocultos en ellos y otros más modernos en las pocas calles principales y centros comerciales.
Hoy en día, la City se ha convertido en un barrio financiero casi por completo, en el que se dice que circula un tercio del dinero que se mueve en todo el mundo.
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Cerca de 350.000 personas trabajan de lunes a viernes en la zona, que queda casi desierta durante el fin de semana, momento ideal para visitar sus monumentos. Aquí se ubican el Banco de Inglaterra, la Bolsa, y buena parte de las aseguradoras y corporaciones financieras, aprovechando las ventajas fiscales del distrito.
A nivel turístico, cuenta con dos de los monumentos más importantes de Londres: la Catedral de San Pablo y la Torre de Londres. Además, aunque técnicamente no esté localizado en la City, podrás visitar el Puente de la Torre justo en el límite de su territorio.
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Otros lugares de interés son: la Royal Exchange, antigua Bolsa convertida en centro comercial de lujo, el mercado de Leadenhall Market, unas galerías victorianas llenas de tiendas y pubs, el Guildhall, que hace las veces de ayuntamiento y data del siglo XIV, Monument, donde comenzó el Gran Incendio de 1666, la iglesia de Temple Church y las Royal Courts of Justice (en el límite con Westminster), espectacular edificio neogótico, sede del Tribunal Civil de Inglaterra y Gales.
Nuestra recomendación:
Una opción muy recomendable para hacer una ruta bonita que atraviese toda la City, especialmente en fin de semana, es tomar el bus de la línea número 15 con dirección a Blackwall o Tower Hill en la parada frente a la estación de Charing Cross. Fue la última línea que tuvo en circulación los viejos Routmaster de los años 50.
WESTMINSTER
Las estaciones de metro más cómodas son Green Park Station y Saint James Park Station para visitar los palacios y parques reales, Charing Cross Station, para Trafalgar y la National Gallery, y Westminster Station, en el caso del Parlamento. Hay decenas de autobuses circulando por Whitehall, la avenida principal de la zona, que comunican con casi cualquier otro punto de Londres.
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Es dónde se concentra el poder religioso, político y real. Es, además, donde los turistas pasaréis la mayor parte de vuestra estancia en Londres. Westminster, o “monasterio del oeste”, fue en su origen eso mismo, una abadía de monjes benedictinos situada en el lugar de la actual. Al lado, los reyes construyeron su palacio en el siglo XI.
Actualmente este edificio son las Casas del Parlamento, con la famosa torre del reloj, o Big Ben, formando parte de ellas. A lo largo de los siglos, los monarcas fueron trasladando su residencia oficial a otros tres edificios de la zona, hasta establecerse en 1837 en Buckingham. Dado el crecimiento exponencial de Londres durante los siglos XVIII y XIX, el barrio fue convirtiéndose en una parte más de la urbe, aunque siempre manteniendo su autonomía como ciudad.
El distrito de Westminster abarca muchos barrios detallados en otros apartados, tales como Soho, Covent Garden o Mayfair. Actualmente, conocemos con este nombre a la zona que abarca desde la Plaza de Trafalgar hasta el Parlamento en dirección norte-sur y desde el mismo edificio hasta Buckingham Palace en dirección este-oeste.
Aquí se ubican la gran mayoría de ministerios del Gobierno británico, la residencia oficial del Primer Ministro y, por supuesto, las residencias londinenses de la reina, Isabel II (Buckingham Palace), y el príncipe de Gales, su hijo Carlos (Clarence House). Además, cuenta con dos parques reales de obligada visita, como son Green Park y Saint James Park, en donde encontrarás numerosos animales. Recuerda que son de la reina: hay que tratarlos con amabilidad.
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Westminster cuenta además con el kilómetro cero del Gran Londres, que es la estatua de Carlos I, situada en frente a la plaza de Trafalgar. Este punto se conoce como Charing Cross y realmente sí se puede considerar un buen epicentro para desplazarse por la ciudad. Hablando de la plaza de Trafalgar, es la más famosa y simbólica del Reino Unido.
Su nombre se lo debe a un cabo geográfico situado en el municipio gaditano de Barbate. Allí tuvo lugar una batalla en 1805 en la que los británicos, tras ganar a españoles y franceses, sentaron las bases de su dominio naval, que les duraría hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. La estatua de la columna es la del héroe de dicha batalla, Horatio Nelson, y los leones que le acompañan en su base no están hechos con bronce de los cañones españoles: es leyenda.
Uno de los eventos más populares de Westminster es el Cambio de Guardia. Este espectáculo militar consiste en un doble desfile de los soldados que tienen como misión vigilar todos los días tres palacios de la zona. El evento suele tener lugar de 10:45 a aproximadamente 11.40 los lunes, miércoles, viernes y domingos y todos los días de la semana durante los meses de junio y julio, aunque puede variar puntualmente o ser cancelado por el mal tiempo.
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Con el Free Tour Londres Imprescindible + Cambio de Guardia que organizamos en esta zona seguro que no te lo perderás, pero te recomendamos tres lugares desde donde verlo por tu cuenta. Si tienes tiempo y paciencia, puedes acudir una o dos horas antes a la verja del Buckingham Palace. Allí suele haber mucha gente y el cambio de guardia es un proceso de media hora un tanto aburrido: tú decides.
En el patio del palacio de Saint James, si estás puntual, a las 10.45 verás salir a la Guardia Vieja hacia Buckingham. Podrás acompañarles por la acera durante un rato. Pero el lugar que más recomendamos es la avenida The Mall, más concretamente la zona desde el cruce que lleva al Palacio de Saint James hasta la estatua de la reina Victoria, frente a Buckingham. Allí tendrás dos oportunidades de ver el desfile, una a las 10.45 y otra a las 11.30.
Son muchos los monumentos y lugares de interés dentro de Westminster. Como hemos dicho aquí es donde se concentra el poder religioso alrededor de la Abadía de Westminster , el poder monárquico con Buckingham Palace (entrada solo del 20 de julio al 30 de septiembre), Clarence House (residencia del príncipe de Gales), el Palacio de St James Palace o el Horse Guards Parade y Bánqueting House y el poder político a través del Palacio de Westminster o Casas del Parlamento, con su imponente Big Ben y la residencia del Primer Ministro de Inglaterra en el famoso nº10 de Downing Street.
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Aquí también podréis disfrutar de la naturaleza y dar de comer a las ardillas y patos alrededor de St James´Park o relajaros en Green Park. Además aquí se encuentran algunos de los museos más importantes de la ciudad como la National Gallery para los amantes del arte, el búnker secreto Churchill War Rooms, donde Winston Churchill y su gabinete de guerra tomarían las decisiones más importantes durante la Segunda Guerra Mundial.
SOHO
Llegar al Soho es muy sencillo, ya que el barrio está ubicado a apenas cinco minutos del centro oficial de Londres, Charing Cross. En cada esquina del Soho tienes una parada del metro. En Piccadilly Circus tienes servicios de la Bakerloo y la Piccadilly Line. En Oxford Circus también está presente la Bakerloo, además de la Central y Victoria. En Tottenham Court Road, repite la Central y puedes conectar con la Northern. Por último, en Leicester Square, dispones de dos opciones, la Northern y la Piccadilly.
También puedes tomar uno de los muchos autobuses que circulan por las avenidas limítrofes del Soho, pero suelen ser de las más saturadas de la ciudad, por lo que no es recomendable, salvo que quieras tomártelo con calma. Igualmente, ten en cuenta que los viernes y sábados la estación de metro de Oxford Circus puede estar saturada o incluso cerrada por la tarde (entre 17.30 y 19.30, aproximadamente), a causa de la gran cantidad de gente que va de tiendas por la zona a esas horas.
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La historia del Soho es posiblemente la que mejor resume la del conjunto de los barrios de Londres, más allá de la City. Durante siglos, fue un espacio verde, mezcla de huertos y coto de caza que pertenecía a los reyes.
Todo cambió a finales del siglo XVII, cuando Carlos II donó estos terrenos a su hijo mayor, James, junto al ducado de Monmouth. El nombre de Soho, por cierto, procede de un grito de caza habitual en esa época.
El duque iba a construir la primera residencia del Soho, concretamente en donde hoy está el antiguo «Women Hospital» de Soho Square, aunque ni él mismo llegaría a verla terminada, debido a su derrota en la batalla de Sedgemore ante su tío Jacobo II.
Con todo, la urbanización del barrio ya era un hecho y durante las primeras décadas se centró en acoger a clases acomodadas de la sociedad londinense, como sucedería en las vecindades de Covent Garden o Mayfair.
Todo cambió drásticamente con la llegada de los primeros emigrantes, hugonotes franceses, lo que convirtió al Soho en el primer barrio multicultural de la ciudad, pero también lo llevó a una paulatina transición hasta volverse el gran foco de marginalidad del West End. Allí se establecieron además de galos, muchos alemanes, italianos y ciudadanos del este de Europa.
No todos ellos, por cierto, eran anónimos. Por el Soho también pasaron personajes tan dispares como un jovencísimo Mozart y Karl Marx, ideólogo del comunismo. Marx pasaría un lustro residiendo con su familia en el número 30 de la calle Dean, en donde hoy verás una placa en su recuerdo y un famoso restaurante español en el bajo del edificio.
Pero el pensador alemán no era precisamente un distinguido residente del barrio, sino más bien otro más de los humildes que poblaban esas calles, de hecho, pasó grandes apuros económicos, hasta que su mujer cobró una herencia y se mudaron al norte de la ciudad. Antes, perdió a uno de sus hijos durante una epidemia de cólera en 1854 en la que murieron más de 700 vecinos del Soho.
Era tal el problema de delincuencia en el barrio, que los ricos vecinos de Mayfair solicitaron al arquitecto John Nash que desviase la avenida que iba a construir allí para convertirla en una zanja que los separase un poco más del Soho. Esa calle es Regent Street, por cierto, de la que hablamos más en el epígrafe dedicado a Mayfair.
Esta marginalidad y pobreza se prolongaría hasta fechas tan recientes como los años hasta 60 del siglo pasado, “the Swinging London” cuando el Soho se convirtió en el barrio en dónde todas las celebridades tenían que dejarse ver. Aquí estaban las salas de música más importantes de Londres, con el club Marquee a la cabeza.
En ellas debutaron casi todas las grandes bandas de los 60 hasta los 80, cuando los locales acabaron cerrando o trasladándose a otras partes de la ciudad. Los artistas actuaban en Soho y los alquileres eran económicos, además de muy céntricos, lo que llevó al barrio a ser lo más «trendy» del planeta.
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Los creadores que transformarían la moda mundial en esas décadas acabarían estableciéndose también en Soho. La calle más comercial e icónica de este período será Carnaby Street, el primer lugar del mundo en que empezaron a verse chicas en minifalda y modernos vestidos con lentejuelas y complementos de pelo falso.
Hoy, la globalización ha convertido esta calle en un lugar domesticado por las grandes marcas, así que apenas quedan tiendas artesanas donde puedas encontrar esas ropas psicodélicas. Para ello tendrás que ir a Brick Lane o Camden Town. No obstante, sigue siendo un lugar interesante, que volveremos a mencionar más adelante.
A finales del siglo pasado, los bajos precios y el atractivo cultural del Soho atrajeron a muchos miembros de la comunidad LGTB, por eso hoy en día se le sigue considerando el «barrio gay» de Londres. De hecho, en sus calles hay decenas de locales de ambiente, cafeterías y tiendas centradas, principal, pero no únicamente, en este colectivo.
Soho también es el lugar al que hay que ir para disfrutar de la noche de Londres en algunos de sus restaurantes, clubes con música en directo, discotecas y pubs históricos. Hay para todos los gustos y niveles económicos.
Aunque evidentemente el ambiente por la noche no tiene nada que ver con el diurno, Soho sigue teniendo fama de ser el «barrio rojo» de la capital británica, aunque es algo que dista de parecerse a lo que cualquier turista podrá encontrar en ciudades como Ámsterdam.
En sus calles hay muchas tiendas de artículos éróticos y «salones de masajes«, y todavía es un foco de prostitución importante, pero nada que se perciba a simple vista a las cinco de la tarde. Cosas de la gentrificación.
La historia de pobreza del barrio hace que no sea el lugar ideal para contemplar palacios o grandes edificios, más bien es una zona de viviendas inglesas estándar, con un par de alturas en ladrillo y sótanos abiertos al exterior con galerías. Esto no quita que, además del atractivo consumista más «mainstream», este sea un lugar a reivindicar de cara al turista promedio. En los próximos párrafos daremos cuenta de ello.
El barrio de Soho está delimitado por cuatro calles muy importantes de Londres, con que te será fácil recorrerlo, ya que además tampoco es muy grande. Las calles Oxford Street (al norte) y Regent´s Street (oeste) ya las mencionamos en el epígrafe de Mayfair. Al sur tenemos la Shaftesbury Avenue, conocida como la «Broadway de Londres», debido a la cantidad de teatros de musical que alberga.
Actualmente, en esta calle podrás acudir a espectáculos tan famosos como «Thriller Live», con canciones de Michal Jackson, «Los Miserables» o «Harry Potter y el Legado Maldito». Esta obra está emplazada en el Palace Theatre, uno de los más bonitos de Londres, terminado a finales del siglo XIX. Está situado justo en la unión de Shaftesbury con Charing Cross Road, la calle que delimita el Soho por el este. Aunque quizás no te suene, esta avenida es famosa por ser el lugar donde J.K. Rowling, la autora de Harry Potter, situó el callejón Diagón.
Si eres fan del joven mago inglés, tienes varias tiendas dedicadas a libros y películas por la zona, una de ellas justo detrás del Palace. Se trata de House of Minalima, un lugar que merece la pena visitar. Es una casa típica inglesa, con interior muy estrecho en madera y que cuadra perfectamente con la ambientación de Harry Potter. En los pisos superiores hay una galería con obras de sus creadores, diseñadores gráficos de las películas, y podrás visitarla aunque no compres nada en la tienda.
Pese a lo dicho sobre los límites del Soho, es importante aclarar que históricamente, esta frontera figurada siempre se fijó en la plaza de Leicester, incluyendo lo que hoy en día se conoce como Chinatown. Y es que esta famosa zona de restauración oriental se transformó en lo que es hoy hace apenas 40 años, cuando unos empresarios de Hong Kong apostaron por las calles al sur de Shaftesbury Avenue, debido a su bajo precio y por situarse en pleno corazón de Londres.
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Estas calles son, principalmente, tres, Wardour en su extremo sur, Gerrard y Lisle. Es una zona pequeña y básicamente de consumo, con restaurantes no solo chinos, sino también de otros países de Extremo Oriente, tiendas de productos típicos, respoterías, heladerías y casas de apuestas.
La mala noticia es que los alquileres están creciendo exponencialmente en los últimos años y algunos negocios amenazan con crear un nuevo Chinatown en otra parte.
Hablando de Leicester Square, aquí encontrarás muchos locales de restauración, incluyendo una calle dedicada a comida italiana, pero sobre todo referencias cinematográficas y teatrales. Aquí se sitúan los tres cines principales de la ciudad, donde las estrellas del celuloide vienen a estrenar sus últimos trabajos. Son los cines Odeon, Cineworld y Vue.
La plaza lleva décadas presidida por una estatua de William Shakespeare, a la que acompañó hace unos años otra de Charles Chaplin. Ahora, podrás encontrar muchas más, tales como la de Batman (está bastante escondida), las de «El Gordo y el Flaco», Bugs Bunny o Mary Poppins.
En Leicester Square también hay un pequeño kiosko llamado «TKTS«, en donde podrás comprar entradas del mismo día para las obras de teatro del West End a precios reducidos.
A escasos doscientos metros de Leicester está una de las plazas más famosas del mundo, Piccadilly Circus, la esquina suroeste del Soho. Dos son los grandes símbolos de la plaza: la más evidente es la pantalla gigante curva de la esquina con Shaftesbury Avenue, la otra, más pequeña, la estatua del «Eros de Piccadilly», el dios del amor. Esta figura angelical es uno de los grandes emblemas de Londres y es tan querida que incluso fue retirada y ocultada durante la Segunda Guerra Mundial para que no fuese destruida.
Durante generaciones, los londinenses han elegido este lugar como punto de encuentro, por lo que se trata de uno de los lugares más concurridos de la ciudad. Por su parte, la pantalla gigante es considerada la publicidad más rentable del mundo y en ese punto lleva más de cien años habiendo anuncios, aunque solo en las últimas décadas se cambiaron los carteles por seis pantallas, que, a finales de 2017, dieron paso a la actual con tecnología 4K y que sigue permitiendo la emisión de hasta seis anuncios diferentes al mismo tiempo.
A poco más de cinco minutos de distancia al norte de Piccadilly Circus se encuentra la ya mencionada Carnaby Street, que merece la pena visitar, ya que sigue manteniendo un estilo colorido y vibrante que la hace especial. Al lado está Kignly Street, una de las calles más destacadas del barrio para tomar unas tapas o un café, aunque no es precisamente de las más económicas.
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Tampoco lo es el cercano centro comercial Liberty, un espectacular edificio de estilo neotudor construido con, entre otros materiales, la madera de dos galeones y terminado en 1923. Liberty es, junto a Selfridges y Harrods, uno de los grandes centros comerciales de lujo de Londres y merece la pena entrar para contemplar su particular y tradicional estilo, muy alejado de lo que ofrecen los otros dos establecimientos. No te asustes con los precios.
Para salir a cenar o de marcha, las calles más interesantes son Old Compton y sus cuatro vías perpendiculares, Wardour, Dean, Frith y Greek. Es unárea muy pequeña pero que encontrarás a rebosar de gente cuando cae la noche y que cuenta con una oferta de ocio de lo más variado, con locales de fish and chips, comida asiática, europea, cafeterías tradicionales, pubs gays y cadenas de comida rápida, además de muchos clubes para ir a bailar o tomar una copa. En algunos locales, además, suele haber artistas amenizando la velada con su música.
SOUTHWARK – BANKSIDE
Cómo llegar a Southwark – Bankside:
En este artículo os hemos diseñado un recorrido para ver la totalidad de Soutwark – Bankside, empezando en Westminster Station y cruzando el puente de Westminster hasta el puente de la Torre. Todo el trayecto lo podéis hacer a pie, sin necesidad de tomar en ningún momento el metro o bus. Igualmente si no queréis hacer la ruta completa os podréis encontrar varias paradas de metro cerca como Waterloo Station y Southwark Station. Cerca del mercado de Borough tenéis la parada de metro de London Bridge Station y si llegáis hasta el Puente de la Torre podéis volver a London Bridge Station o cruzar el puente y tomar el metro de Tower Hill Station.
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La zona de Sothwark – Bankside está situada en la orilla sur del río Támesis y es en la actualidad en uno de los mejores barrios para visitar en Londres. Y lo es gracias a que en el último medio siglo se reformó completamente, convirtiéndola en una tranquila zona peatonal llena de atracciones modernas, pero también edificios culturales y muchos recuerdos (conservados o restaurados) de la Londres de otras épocas, como el teatro Shakespeare Globe y el barco del pirata Drake, la Golden Hinde o Cierva Dorada.
Esta parte de la ciudad siempre había sido secundaria: los romanos construyeron un campamento militar y en la Edad Media se estableció una de las zonas más marginales de Londres, en donde tenían cobijo gentes de mala vida como prostitutas, delincuentes o actores, como el propio William Shakespeare, cuando estos no estaban tan bien considerados como en la actualidad.
Si la orilla norte albergaba el centro urbano, con la catedral de San Pablo, la Torre de Londres, y los comercios de la City, el sur, Southwark, contaba con la vieja prisión de Clink, el popular mercado de Borough, el teatro Globe y el muelle comercial de Hay´s. Esa marginalidad fue dando paso, especialmente desde finales del siglo XVIII, a un barrio industrial y de tráfico de mercancías.
Después de la devastación sufrida por Londres en la Segunda Guerra Mundial, la zona fue replanteada y, desde finales de los 80, las naves industriales y almacenes fueron dando paulatinamente paso a todas las atracciones que podemos ver hoy en día.
La zona más turística abarca desde el puente de Westminster hasta el de la Torre de Londres, unos cuatro kilómetros de agradable y animado paseo. La visita bien puede comenzar en la estación de Westminster Station, desde donde puedes cruzar el puente hacia el London Eye, una de las norias más altas del mundo con sus 135 metros.
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Fue instalada en el año 2000 como una estructura temporal para celebrar el cambio de milenio. Sin embargo, fue tal el tirón que tuvo esta atracción entre los turistas, que sus propietarios decidieron mantenerla.
Un poco más adelante nos encontramos con la zona del Jubilee Bridge, en donde hay artistas callejeros, mercadillos de libros de segunda mano. Avanzando un poco más llegamos a un área cultural de estilo arquitectónico brutalista que cuenta con el Royal Festival Hall, el National Theatre y la Hayward Gallery, entre otros. Entre los puentes de Waterloo y Blackfriars podrás encontrar, si la marea está baja, una pequeña playa. Rarezas de Londres.
Después del puente de Blackfriars llegarás a la zona conocida como Bankside, la que más historia nos cuenta del Londres antiguo a este lado del río Támesis. Sin embargo, el primer elemento que llamará tu atención, aparte de los rascacielos de la City y la cúpula de la Catedral de San Pablo, es el puente del Milenio, que es peatonal y te sonará si eres fan de las películas de Harry Potter.
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Fue construído en 2000 pero tuvo que ser reforzado debido a fallos estructurales que hacían que se tambalease de una forma espectacular. Busca vídeos en Youtube: impresiona. Acércate a la pasarela para sacar una de las fotos más icónicas de Londres, con la catedral justo en frente del puente.
Y precisamente a tu lado está uno de los edificios más grandes de Bankside, el museo de la Tate Modern Gallery, uno de los más visitados del Reino Unido. Además de una colección de arte contemporáneo casi inabarcable, y gratuito, también cuenta con un excelente mirador en su décima planta. Así que si tienes tiempo, ya sabes. Además los viernes y sábados suele estar abierto hasta las 22:00 horas.
Este edificio, aunque reformado hace un par de décadas, era una central eléctrica muy contaminante, que funcionó hasta 1981, convirtiéndose en lo que es hoy en día en el año 2000. Ya ves que Londres lo petó para el cambio de milenio.
Apenas cien metros más adelante, verás la reconstrucción del Globe Theatre, un edificio del siglo XVII en el que la compañía de William Shakespeare representaba sus obras en Londres. Y es que, como ya apuntamos, los actores de entonces tenían muy mala reputación y solían convivir con las capas más marginales de la sociedad.
Aunque en el caso del famoso escritor la cosa fue ligeramente distinta, pues fue famoso en vida. Apenas 30 años después de su muerte, llega la Commonwelth de Oliver Cromwell, un puritano religioso radical, y manda cerrar el Globe, que sería derribado poco después. En 1997 se inauguró esta réplica, integramente en madera, paja y musgo, como era tradición, en donde se realizan representaciones de las obras de Shakespeare prácticamente a diario.
Después de cruzar por debajo el puente de Southwark, llegarás a uno de los pubs más antiguos y famosos de Londres, el The Anchor, que data de 1615. Debido al incendio que arrasó la City en 1666, el centro de Londres no tiene ningún pub más antiguo que este El Ancla, aunque existe otro todavía más viejuno cerca del rascacielos enorme que verás frente a tí. Se llama el The George y es del siglo XVI, por si quieres visitarlo, ya que te queda de camino.
La siguiente parada es otra reconstrucción, en este caso de una cárcel medieval. Durante siglos, la zona en la que te encuentras estuvo bajo el gobierno de los arzobispos de Winchester (la capital de Inglaterra en el libro Los Pilares de la Tierra), que tenían aquí un palacio de considerables dimensiones. Las ruinas de lo poco que quedó las verás un poco más adelante.
El caso es que los obispos utilizaron originalmente una celda de este palacio como prisión, hasta que descubrieron que si hacían una cárcel «como Dios manda» podían recaudar mucho dinero. Y así construyeron el Clink Prison en 1144, convirtiéndose, dada la cantidad de maleantes del barrio, en la cárcel más famosa de Londres. Sin embargo, en 1780, los enfrentamientos entre católicos y protestantes llevaron a su destrucción. Lo que ves hoy en su lugar es un parque de atracciones pensado para el disfrute de las familias.
Y ahora llegamos al que posiblemente sea el lugar más interesante del recorrido, la zona del Borough Market. Este es el mercado más antiguo de Londres, con algo más de mil años de historia. Puedes visitarlo de lunes a sábado y por supuesto está muy cambiado, pero conserva ese sabor tradicional de los mercados de alimentos.
No te esperes gangas, pero verás productos tan variados como ostras con prosecco, quesos artesanos bastante caros o paella. Si te alejas un poco del mercado y regresas a la orilla del río, verás la réplica del galeón Golden Hinde. El original estaba capitaneado por el famoso pirata Francis Drake y con él dio la vuelta al mundo a final del siglo XVI, siendo la primera expedición inglesa en hacerlo.
Los españoles nos habíamos adelantado medio siglo, por cierto. Aunque este barco sea una copia, su madera también tiene mucha historia que contar, ya que data de 1974, dio la vuelta al mundo como el original y participó en varias exposiciones universales.
El último elemento destacable de Borough es la catedral de Santa María Overie. Parece una iglesia gótica más, pero hace un siglo se convirtió en la otra catedral anglicana del centro de Londres. La visita es gratuita.
Acabarás llegando al famoso puente de Londres, ya sea cruzando por debajo o por encima según la ruta que elijas. Lo cierto es que este puente no llama para nada la atención del turista, es de los más anodinos de todos los que cruzan el Támesis.
Si tiene este nombre tan sencillo es porque en donde se alza estaba situado el puente original construido por los romanos, que dio paso en la Edad Media a otro muy curioso y lleno de casas. Durante cerca de 1.700 años, fue el único puente en Londres. Y, claro, le quedó el nombre.
El actual data de 1973 y no tiene mucha gracia. Además fue el desgraciado escenario de dos atentados perpetrados por islamistas radicales, el de junio de 2017 y el de noviembre de 2019. No temas: normalmente es tan tranquilo como cualquier otro lugar de Londres y lo cruzan a diario decenas de miles de personas.
Al lado del puente se ubica la estación del mismo nombre (London Bridge), renovada en los últimos años y coronada, como ves, por un enorme rascacielos situado justo detrás. Es el The Shard, «La Esquirla», inaugurado en 2013, aunque parezca inconcluso. Mide cerca de 310 metros, lo que lo hacen el más alto del Reino Unido y uno de los más altos de Europa, solo superado por varios moscovitas. Arriba tiene un mirador desde el que, se dice, puedes ver hasta 64 kilómetros de distancia en un día despejado, que no suele suceder, por cierto. Su precio supera las 20 libras.
Si sigues la calle del puente de Londres, acabarás llegando si te fijas un poco a una galería ubicada a tu izquierda, llamada «Hay’s Galleria«. Merece la pena entrar y contemplar su elegancia moderna. Antiguamente era uno de los muelles más concurridos de Londres, pero ahora solo encontrarás tiendas y cafeterías.
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Crúzalo y continúa por la derecha. Ante ti se alza el puente más famoso de la ciudad, por no decir del mundo, el Tower Bridge o puente de la Torre. Pero antes de llegar a él, aunque quizás ni te des cuenta porque su presencia te nublará la vista, pasarás al lado de un viejo crucero que estuvo en el Desembarco de Normandía y que ahora funciona como museo, el HMS Belfast.
Pasado este barco, al otro lado del río verás una especie de castillo que es ni más ni menos que la Torre de Londres. Más adelante, a la derecha, en ese espacio tan moderno pegado al puente está un edificio con forma de huevo tumbado, el City Hall o ayuntamiento del Gran Londres.
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Y ahora sí, ya podrás contemplar ante ti el puente de la Torre y sacar tantas fotos como gustes. Aunque parezca muy antiguo, data de 1894, es de los más «jóvenes» de la ciudad. Básicamente fue construido para adornar y cobrar un impuesto cada vez que se alzasen sus pasarelas levadizas, que por cierto puedes ver en acción varias veces al día durante el verano. Busca en la web oficial del Tower Bridge y ahí podrás ver el horario.
Cruzarlo es totalmente gratuito, pero no así subir a sus famosas pasarelas superiores. Tienes que pagar 9,8 libras y entrar por la torre de la otra orilla, bajando por la que te queda más próxima. Al llegar al puente habrás terminado uno de los paseos más bonitos que puedes realizar en la capital inglesa. O no. Porque si tienes fuerzas y lo cruzas Londres tiene mucho más que mostrarte.
SHOREDITCH y EAST END
Cómo llegar a Shoreditch, Brick Lane y Whitechapel:
Empezando por estas dos últimas, existen dos estaciones de metro en la calle Whitechapel High Street que se encuentran a escasos metros la una de la otra, Aldgate (Circle y Metropolitan Lines) y Aldgate East (District y Hammersmith & City Lines). Por este vial circulan muchos autobuses procedentes del centro de Londres, destacando el número 15, que te lleva hasta Trafalgar. Para llegar a Brick Lane tienes como alternativa la estación de Liverpool Street Station, que cuenta con numerosas líneas de metro y tren.
Acceder a Shoreditch es un poco más complicado. El noreste de Londres es una de las áreas con menor densidad de estaciones de metro. Por eso la autoridad del Gran Londres decidió ampliar los servicios con una extensión del Overground, un tren que hace las veces de metro en la periferia.
La obra terminó en 2010 y trajo con resultado el estreno de una nueva parada de este servicio, Shoreditch High Street, que te puede ser de utilidad, sobre todo, si no vas a viajar desde el centro. Si es este el caso, las mejores alternativas son Liverpool Street Station, con diversos servicios de metro y tren, y Old Street Station (Northern Line).
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Shoreditch es a día de hoy el barrio «mainstream» de Londres, al menos en lo que respecta a cultura urbana y de ocio. Es un claro ejemplo de eso que llamamos gentrificación y que ha afectado anteriormente a lugares como Soho y Camden.
Así que lo que hasta hace apenas un cuarto de siglo era una zona desangelada, residencial y sin demasiado carisma de la periferia londinense, hoy es un barrio lleno de grafittis, restaurantes de alto nivel, clubes nocturnos, mercadillos populares y amantes de la cultura «hipster», incluyendo no pocos rostros famosos.
Esta zona al noreste de la City forma parte de lo que históricamente se ha llamado East End y que también abarca otras áreas próximas que tocaremos en este epígrafe, como son Spitalfields y Whitechapel. Los londinenses de pro, una versión británica de los chulapos madrileños, eran aquellos que se habían criado en estas calles, los «cockney», que hablan una jerga prácticamente incomprensible para cualquiera que no forme parte de esta subcultura.
Pero, pese a este distintivo de autenticidad, la fama del East End siempre había sido de las peores de Londres, debido sobre todo a la masificación provocada por la llegada masiva de inmigrantes en el siglo XIX y comienzos del XX y que, una vez allí, sufrían unas condiciones de vida miserables, lo que, a su vez, propició unos altos niveles de delincuencia y crimen, como los asesinatos realizados por Jack el Destripador.
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Actualmente, este estigma se ha ido reduciendo en gran medida, a la vez que lo que hoy llamamos East End es un área mayor a la tradicional, incluyendo Walthamstow, Newham y Barking.
Desde comienzos del siglo XVI, cuando Londres comienza a recuperar la población que había perdido tras la peste negra de 1348, los barrios del este, y más concretamente Shoreditch y Whitechapel, se habían convertido en lugar de asiento para aquellos que no tenían cobijo en la gremial, privilegiada y puritana City. Era, por tanto, una zona extramuros, pero muy próxima a la ciudad y cuyas sinergias compartía de un modo u otro, básicamente porque allí arrancaba una de las rutas comerciales más importantes de Inglaterra.
Así, por ejemplo, en Shoreditch se instalan a finales de ese mismo siglo XVI los primeros teatros de Londres, pues en la City estaban prohibidos. Será en este lugar, por tanto, donde Shakespeare represente algunas de sus obras más famosas cuando se estrenen en la capital, como fue el caso de «Romeo y Julieta».
Aunque más tarde el autor se trasladaría con su compañía al sur del Támesis, Shoreditch seguiría siendo un pujante centro cultural durante mucho más tiempo, nada menos que hasta la Segunda Guerra Mundial. A principios del siglo XX su oferta teatral era capaz de rivalizar con la «oficial» del West End. La destrucción que trajeron los bombardeos nazis y la crisis posterior acabó con este sueño y actualmente ninguno de los viejos escenarios sigue en pie.
Un poco después que los teatros, llegaron a Shoreditch hugonotes franceses (protestantes), huyendo de la persecución que sufrían en su país. Pese a que también eran protestantes, los ingleses recelaban de estos emigrantes, de ahí que estableciesen su residencia fuera de la City y Westminster, las áreas acomodadas de Londres.
Estos franceses eran sobre todo comerciantes de la seda, lo que les sirvió para ganarse la vida durante mucho tiempo e iniciar una reconversión industrial relativamente próspera en Shoreditch. En el siglo XIX, el barrio había añadido otro motor de producción, la fabricación de muebles.
Pero, junto con el aumento descontrolado de la emigración, sobre todo de irlandeses y judíos provenientes del este de Europa, también creció la marginalidad y las casas se convertían en lugares insalubres donde se hacinaban decenas de personas en cada habitación.
A esto se sumó la caída en picado de las dos industrias, la de la seda y los muebles, debido a los avances tecnológicos y el fin de los aranceles proteccionistas. Todo esto llevó no solo a Shoreditch, sino al conjunto del East End, a convertirse en un lugar propicio para las enfermedades, la delincuencia, el alcoholismo descontrolado y la proliferación de crímenes.
Después de la Segunda Guerra Mundial la zona fue reconstruida y una mayoría procedente de Bangladesh daría el relevo a los judíos, franceses e irlandeses. La restauración no obedeció ningún tipo de orden estético y la configuración del área fue bastante aberrante. No se puede decir que fuese un lugar al que los turistas tuvieran interés en acercarse.
No obstante, esto iría cambiando desde mediados de los años 90 del pasado siglo. La proximidad a la City se convirtió en uno de sus grandes atractivos. Las infraestructuras viarias mejoraron, haciendo de la zona un lugar de paso inexcusable en el eje noreste-sureste, la avenida A10. Algunas empresas se decidieron a apostar por construir nuevas oficinas al sur de Shoreditch, en la misma A10.
Los artistas comenzaron a percibir el barrio como un lugar a rescatar de su mediocridad, algo que siguen haciendo en la actualidad en base a grafittis, instalaciones modernas y galerías de arte y mercadillos. Y es que en ese momento el precio de la vivienda y los locales comerciales era asequible.
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En lo que se refiere a lugares de ambiente, en Shoreditch existen dos calles de referencia que congregan una amplia y variada oferta de restaurantes, cafeterías y locales nocturnos, Old Street y Curtain Road. Muy cerca, un poco más al este, se encuentra la calle Brick Lane, auténtico epicentro de la gastronomía india no solo en Londres, sino a nivel británico.
La mayoría de locales son regentados por bengalíes residentes en el área, que son mayoría en esta parte del East End, de ahí el sobrenombre de «Banglatown» que recibe. Si te fijas verás que las calles tienen su nombre escrito también en bengalí. Los restaurantes de Brick Lane suelen ofrecer precios competitivos, para lo que es la media londinense, sobre todo si decides acudir poco antes de la hora del cierre, cuando hacen descuentos «personalizados».
Pero Brick Lane es también el escenario de uno de los mercadillos más de moda de la capital inglesa, el Bricklane Market, que se celebra todos los domingos y abarca también áreas colindantes. En este mercado encontrarás comida de casi cualquier parte del mundo, puestos de bagels (recuerdo del pasado judío del barrio), ropa vintage, tatuadores, puestos de artesanía, camisetas de diseños tribales, modernos o góticos y mucho más.
Un poco más al norte, en Columbia Road se ubica otro mercado específicamente de flores, el Columbia Road Flower Market, que, al igual que Brick Lane, solo funciona los domingos.
Sin salir de Brick Lane, a mitad de la calle nos encontramos con un edificio que llama la atención sobre todo por la columna metálica que lo adorna y que si vas de noche verás iluminada. Se trata de una mezquita que sirve a los fieles musulmanes del barrio, que, siendo Bangladesh un país mayoritariamente mahometano, son mayoría.
Pero lo curioso de este edificio del siglo XVII, es que primero fue una iglesia de los hugonotes franceses, posteriormente se transformó en centro metodista (una rama protestante inglesa), a finales del siglo XIX pasó a ser sinagoga y hace unas décadas acabó por convertirse en mezquita. Una buena muestra de la cambiante población del East End.
A escasos cien metros de la calle principal de Banglatown se encuentra un mercado histórico que pertenece a la City, pero se encuentra fuera de su término municipal, el Old Spitalfields Market. Aquí podrás encontrar actividad a diario, si bien la cercanía a Brick Lane hace que lo ideal es que lo visites un domingo, que es cuando más puestos y gente te encontrarás.
En este espacio, que cuenta con siglos de historia, pero cuyo edificio actual data de 1887, podrás ver negocios algo más exclusivos, como perfumerías, peluquerías, bares y pubs. Enfrente a Old Spitalfields Market, en la calle Commercial, están otros dos destacados edificios del East End, el del pub The Ten Bells y la iglesia de Chirst Church.
El primero es famoso por estar relacionado con los crímenes de Jack el destripador, de hecho, aún a día de hoy, los estudiosos del tema, o «ripperólogos», se reúnen en él. Por su parte, la iglesia de Christ Church fue la respuesta anglicana ante la gran presencia de judíos que había en la zona en el siglo XIX. Esta parroquia regenta una antigua escuela en la calle Brick Lane.
Un poco más al sur de Spitalfields está el más famoso barrio de Whitechapel, que quizás sea menos turístico, pero es conocido en todo el mundo por haber tenido lugar en sus calles los crímenes de Jack el Destripador. Cerca del Támesis se encuentra un pequeño museo sobre este asesino en serie que aterrorizó a la población en 1888.
En cierto modo, podría decirse que gracias a sus asesinatos, la prensa de la época empezó a mostrar las miserias del East End, provocando la concienciación del gobierno y la propia reina Victoria, que, muy poco a poco, introducirían medidas en la vida de estas personas.
Si te preguntas dónde está la «capilla blanca» de la que el barrio recibe su nombre, la respuesta es que fue destruida por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. En la actualidad es un parque público cercano a la estación de Aldgate East. Aquí encontrarás también la Whitechapel Gallery, un museo de arte contemporáneo que pasa por ser de los más importantes del este de Londres.
KENSINGTON
Este barrio cuenta con una amplia red de autobuses desde y hacia la mayor parte de la zona oeste, norte, centro y sur de Londres, además de numerosas estaciones de metro.
La más importante de todas es South Kensington Station, en donde se juntan las líneas District y Piccadilly. Esta parada te dejará justo en frente a los museos de Historia Natural, Victoria y Alberto y de Ciencias.
Si quieres llegar a Harrods desde el centro puedes bajar en la estación de Knightsbridge Station (Piccadilly), aunque también puedes llegar desde el barrio de los museos en un paseo de apenas doce minutos.
Estas dos paradas sirven también para visitar Hyde Park, mientras que para llegar a Holland Park, las estaciones de referencia son High Street Kensington Station (District) y la propia Holland Park Station (Central).
Finalmente, para visitar la casa de Freddie Mercury, deberías bajar en Earl’s Court Station (District).
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El barrio de Kensington es el más exclusivo de todo el Reino Unido. Si quieres ver tiendas de lujo, coches de alta gama y gente rica paseando y comprando en sus ropas más elegantes, este es tu lugar. Aquí encontrarás Harrods, la que presume de ser la tienda más grande del mundo, si bien este enorme recinto funciona más bien como centro comercial para las marcas más prestigiosas.
Pero en Kensington también encontrarás el parque urbano de mayor extensión de Londres, Hyde Park y Kensington Gardens, la residencia oficial de los duques de Cambridge, el príncipe Guillermo y Kate Middleton, y, sobre todo, un área museística excepcional, con el Museo de Historia Natural como referente.
Actualmente, Kensington tiene el título de Royal Borough, o Distrito Real, junto al vecino barrio de Chelsea, siendo uno de los tres distritos, de un total de 32 que forman el Gran Londres, con este distintivo (también presumen de él Greenwich y Kingston).
Y es que, aunque ya existen registros de la existencia de esta localidad en el siglo XI, no es hasta el principio del siglo XIX cuando crece en población gracias al empuje de la familia real de los Hannover, que residían en ella.
Sí, en realidad, aunque las residencias oficiales de los monarcas siempre han estado en Westminster (Buckingham en la actualidad), estos pasaban la mayor parte de su tiempo en el palacio de Kensington, que hoy puedes visitar al oeste del parque de nombre homónimo.
Allí pasó su juventud la reina Victoria, que cansada de tanto ladrillo, y una educación sumamente estricta, se mudó a Buckingham. En 1992, cuando Lady Di se separó del príncipe Carlos, eligió este edificio del siglo XVIII como su domicilio. Y allí vive aún a día de hoy parte de la familia de la reina Isabel II, incluyendo a los duques de Cambridge, William y Kate Middleton.
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A nivel cultural, la revolución llegaría a Kensington de la mano del príncipe Alberto, marido de la reina Victoria. Él fue uno de los impulsores de la primera Exposición Universal de la historia, celebrada en el flamante Crystal Palace de Hyde Park en 1851.
El evento fue una exhibición de poder imperial por parte de los británicos, que reunieron a más de seis millones de invitados llegados de todos los continentes. Con el dinero recaudado en este evento, el príncipe hizo realidad uno de sus grandes sueños, la ciudad de la cultura de South Kensington, conocida en su época como Albertópolis.
Aquí podrás encontrar el Royal Abert Hall, uno de los palacios de conciertos con más caché a nivel mundial, el Imperial College (que es posterior), uno de los centros de investigación más importantes, el Albert Memorial, espectacular homenaje al propio monarca, y los museos de Historia Natural, Science Museum y Victoria & Albert Museum.
Si quieres conocer un poco más de estos recintos, visita nuestro artículo sobre los mejores museos de Londres.
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Además del famoso Hyde Park, al noroeste de Kensington encontrarás también el bastante menos conocido Holland Park, un jardín de considerable tamaño muy próximo a Notting Hill. La zona más curiosa es el llamado Kyoto Garden, en donde podrás encontrar un jardín de estilo japonés donde viven varios pavos reales.
Durante la época Victoriana, North End, el barrio al oeste de Kensington, fue rebautizado por unos especuladores inmobiliarios, pasando a llamarlo West Kensington, adquiriendo de esta forma la zona un renovado caché.
A día de hoy, esta área es mayormente residencial, pero cuenta con una arteria de entrada y salida al centro de Londres que también puede llamar la atención del turista, Kensington High Street. Allí se ubica el Museo del Diseño, al lado de una de las entradas del Holland Park.
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Otros dos lugares destacables de West Kensington son el Queens Club, una entidad polideportiva privada conocida principalmente por su torneo de tenis previo a Wimbledon, y Garden Lodge, la vivienda en la que residió Freddie Mercury desde 1986 hasta el momento de su muerte, en 1991.
Los muros perimetrales de la mansión son hoy en día un lugar de tributo al cantante de Queen, en donde miles de fans de todos los lugares del mundo peregrinan para rendir homenaje a su ídolo.
MAYFAIR
Es muy sencillo acceder a este barrio, ya que es céntrico y pequeño. Desde Trafalgar son apenas diez minutos de paseo. También existen cómodas estaciones de metro en cada esquina.
Son Marble Arch Station (Central Line) en el noroeste, Oxford Circus Station (Central, Bakerloo y Victoria), en el noreste, Bond Street Station (Central y Jubilee), en el medio de ambas, Piccadilly Circus Station (Bakerloo y Piccadilly), en el sureste, y Green Park Station (Victoria, Jubilee y Piccadilly) en el suroeste.
A esto hay que sumarle decenas de buses que circulan por las cuatro calles que rodean el barrio a lo largo de todo el día y algunos de ellos con servicios nocturnos.
Esta es una avenida propiamente dicha, uno de los viales más concurridos del centro de Londres, pero también cuenta con su dosis de lujo en forma de concesionarios de grandes marcas de coches y hoteles de cinco estrellas, como el Hilton, el Dorchester o el Marriot Grosvenor.
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El lugar de nacimiento de la reina Isabel II, la calle más cara de Europa para montar negocios, los coches más espectaculares del mundo, el tejado en el que los Beatles actuaron por última vez juntos, el restaurante de Dabiz Muñoz en Londres y la calle de los sastres de James Bond y Kingsman.
Todo eso se sitúa en Mayfair, un barrio londinense que es sinónimo de los mayores lujos, aunque no suele estar en el radar de los turistas más casuales. Y eso que se trata de una de las localizaciones más céntricas de la ciudad, que a día de hoy funciona más como un área comercial que como barrio residencial.
Mayfair nació a finales del siglo XVII, durante la primera gran expansión de Londres. La mayor parte de los terrenos y la construcción pertenecían a la familia Grosvenor, auténticos dueños de la zona noroeste de Londres. Allí se trasladó por esas fechas la feria que solía celebrarse en Haymarket, una calle que sigue existiendo a día de hoy entre Piccadilly y Trafalgar.
De ahí viene el nombre de Mayfair, aunque irónicamente, cuando los londinenses más adinerados decidieron trasladarse allí, empezaron a demandar la salida del mercado por las molestias que les ocasionaba. Al final ganaron ellos y la feria de mayo fue desplazada al East End. Gran parte del desarrollo del área sucedió en apenas un siglo, hasta mediados del XVIII, por lo que en Mayfair todavía se conservan muchos edificios históricos.
Este es un barrio muy fácil de acotar y, por tanto, es muy sencillo moverse por él. Las calles que lo delimitan son Piccadilly, al sur, Oxford Street, al norte, Regent Street, al este, y Park Row, al oeste. De ellas hablaremos en los siguientes párrafos, pero empezaremos por dos calles que se encuentran en el corazón de Mayfair, Savile Row y Bond Street.
Savile Row es puro Londres. Paralela a la famosa Regent Street, esta calle es mucho más tranquila y denota un pasado residencial. Pasear por ella es hacerlo por la Londres del siglo XIX. En los sótanos del lado este de la calle se encuentran los talleres de sastres que confeccionan cada día de lunes a viernes los trajes a medida para los caballeros de clase alta. Sus diseños rara vez bajan de las 1.000 libras, unos 1.150 euros, aunque pueden costar mucho más. Como son sótanos con ventanales, podrás ver a estos modistas profesionales realizar su trabajo.
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Si te fijas en los escaparates de los negocios de la planta superior, encontrarás numerosos escudos de armas de monarcas, emperadores y jefes de estado actuales y del pasado. Por citar solo alguno, tenemos los emblemas del emperador francés Napoleón III, de las reinas Victoria e Isabel II y del emperador etíope Haile Selasie.
Esto significa que estos personajes fueron habituales clientes de dichos negocios. En la actualidad es tradición en Londres que las firmas relacionadas con la reina, el príncipe de Gales o el duque de Edimburgo sigan exhibiendo en sus fachadas y productos los escudos de los tres principales miembros de la Casa Real británica como distintivo de categoría.
Si viste la película Kingsman, El servicio Secreto, los protagonistas suelen reunirse en una de las sastrerías de Savile Row, donde suele haber un cartel que lo recuerda. Un poco de publicidad extra nunca viene mal.
Pero la siguiente curiosidad sobre Savile Row es más antigua y mucho más popular. En el número tres de esta calle, donde hoy en día se encuentra la tienda Abercrombie Kids, actuaron los Beatles por última vez en la historia. Sucedió, como seguramente sabrás, en la azotea del edificio.
Un concierto que tuvo lugar el 30 de enero de 1969 después de casi tres años sin que el cuarteto de Liverpool actuase en vivo. Y no volverían a hacerlo jamás, aunque eso no se sabía en aquel momento. La elección del lugar fue bastante simple, aunque debatida: en ese edificio se localizaba su discográfica y productora Apple Studios y el concierto se hizo para promocionar su último álbum, «Let it be», que tardaría todavía más de un año en ser publicado.
A los Beatles les dio tiempo a tocar seis temas, que por supuesto puedes ver simplemente con acceder a Youtube. Y es que los adinerados vecinos de Mayfair estaban molestos con el ruido y, sobre todo, por la congestión que los espectadores congregados en la calle habían provocado en el tráfico de la zona. La policía no tardaría en desalojarlos y ahí se acabó la carrera de directos de la banda de rock más famosa de la historia.
Muy cerca de Savile Row, en el número 15 de Old Burlington, se encuentra el restaurante del famoso y polémico restaurador español Dabiz Muñoz. Tanto el cómo su televisiva esposa, Cristina Pedroche, suelen frecuentar el establecimiento, el StreetXO, donde realizan una moderna reinterpretación de la cocina tradicional inglesa. Durante la semana, el restaurante ofrece menús degustación a precios algo más asequibles.
Cambiando de calle, pero a escasos cien metros, tenemos la que quizás sea la más famosa de Mayfair, Bond Street. Aquí se localizan casas de subastas como Sotheby’s, galerías de arte, y tiendas de grandes marcas como Rolex, Luis Vuitton y Victoria Secret. Las verás anunciadas con elegantes banderas colgadas de sus escaparates a lo largo de todo el vial.
Esta es, según datos oficiales, la calle más cara de toda Europa a la hora de montar un negocio, con un precio del metro cuadrado de hasta 25.000 euros. Y es que, Bond Street es uno de esos lugares en los que cualquier marca de prestigio debe estar obligatoriamente. Si paseas por la calle te encontrarás con gente elegante comprando o influencers de moda grabándose y haciéndose sesiones de fotos. Tampoco faltan algún Ferrari, Aston Martin o Lamborghini.
De todos modos, ya que estás en Mayfair, no te quedes solo con las calles y pásate por las famosas «arcades», galerías comerciales estrechas, añejas y también lujosas. En Londres no quedan demasiadas, pero se concentran en esta zona. Al lado de Bond Street está la más famosa, Burlington Arcade, en donde se concentran perfumerías, joyerías, zapaterías y alguna tetería. Todo, por supuesto, a precios al alcance de solo unos pocos.
Si cruzas la calle Piccadilly, ya en el barrio de St. James, vecino a Mayfair, está la Piccadilly Arcade, que también merece una visita.
Es momento, pues, de hablar de una de las calles que delimitan Mayfair, Piccadilly Street. Este vial comunica la plaza de nombre homónimo con Green Park y Hyde Park. En él se localizan el Hard Rock Café (recientemente ha abierto otro en Piccadilly Circus), el hotel Ritz, la librería Waterstones, una de las más grandes de Europa, la galería de arte Burlington House y, justo enfrente, la famosa tienda del té «Fortnum & Mason».
Este negocio, patrocinado por la reina y el príncipe Carlos, fue fundado en 1707 por William Fortnum y Hugh Mason, de ahí su nombre. El edificio es posterior, pero como verás, destaca por su elegancia. En la fachada hay un reloj con un mecanismo automatizado que, a las horas empunto, inicia la famosa melodía de F&M y mueve a dos muñecos que representan a los fundadores y que salen de sus respectivas cajas para saludarse elegantemente.
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Merece la pena pararse un rato a disfrutar del evento. Por dentro, F&M es pura elegancia, con suelo enmoquetado y casas de muñecas decorativas para exponer sus mieles, infusiones, chocolates, frutas confitadas y demás productos exclusivos. En la planta baja también hay un salón del té. Si quieres presumir de haber tomado un Afternoon Tea distinguido, este es tu lugar.
La calle Piccadilly debe su nombre a los cuellos en gola típicos de la moda del siglo XVI y principios del XVII, que se vendían en una tienda de esta calle. Si la seguimos en dirección este llegaremos a la famosa plaza Piccadilly Circus y su pantalla gigante. Aunque de esta damos más cuenta en el epígrafe dedicado al barrio del Soho, que conecta aquí con Mayfair.
Desde la plaza, verás una calle muy llamativa por su diseño arqueado y sus elegantes edificios modernistas de caliza blanca. Es Regent Street, la que precisamente separa el popular, y otrora marginal Soho, del señorial Mayfair.
La forma tan característica de esta calle no es casualidad. Se debe a una petición de los vecinos de Mayfair al arquitecto John Nash, para que su barrio estuviese lo más separado posible de la depravación que se vivía a escasos metros, en Soho, por supuesto. Esto sucedió en 1811, durante el periodo de la regencia del posterior rey Jorge IV. A él debe su nombre y también su existencia.
Este monarca era un megalómano que quiso transformar Londres, haciéndola más refinada y moderna y llenándola de decenas de palacios reales. Para conectar de ellos Nash diseñó Regent Street, que comenzaba en The Mall, la calle que lleva a Buckingham, al sur y terminaba en el nuevo, por aquel entonces, Regent Park, al norte. Algo más de dos kilómetros de majestuosa avenida que sería, y esto es raro en la capital inglesa, en línea recta.
Una nueva columna vertebral en honor al regente. Pero pasaba por el corazón del Soho y eso los ricos no lo iban a consentir. Así que Nash decidió cumplir su deseo y desviar la calle a la altura de la actual Piccadilly Circus, creando ese señero arco que da forma a la calle. Luego volverá a ser mayormente rectilínea hasta llegar al parque norteño.
Regent Street es sin duda una de las calles más curiosas de Londres, incluso más allá de su diseño. Los terrenos, como buena parte del barrio de Mayfair, pertenecen a la reina Isabel II y es ella la que concede cesión de 99 años a quien considere oportuno, estipulando además qué tipo de edificio y negocio puede establecerse en cada parcela.
Y en Regent todos los edificios deben ser de la misma altura, estilo modernista y con fachada de piedra de Portland, de ahí su característico color blanco. Además, esta es una avenida estrictamente comercial, que era su propósito desde sus orígenes. Aquí solo hay tiendas y almacenes.
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Como curiosidad, destacar el hecho de que Regent fue el primer lugar del Reino Unido donde se permitió abrir las tiendas hasta las siete de la tarde, algo absolutamente inusual en el país. Actualmente el horario de apertura se extiende hasta las 21 horas, salvo el domingo que los negocios cierran a las 18.
Subimos la calle y llegamos Oxford Circus, el cruce entre Regent y Oxford Street, nuestro siguiente destino. Esta es una de las calles más icónicas, rectas y largas de todo Londres. Esa forma tan simple se debe a sus orígenes romanos: era una de las calles principales que comunicaban Londinium con el resto de Britania.
A día de hoy no esperes encontrarte muchos edificios históricos y menos aún restos romanos, sino, básicamente, centros comerciales y grandes tiendas como Selfridges, Debenhams, Primark y varias franquicias de la cadena española Inditex. Aquí podrás encontrar tiendas exclusivas, como es habitual en la zona, pero también outlets y negocios mucho más asequibles.
Por eso es bueno aconsejarte que intentes evitar ir de compras un viernes por la tarde, ya que puede ser una absoluta locura. La estación de Oxford Circus tiene que cerrarse a veces para evitar colapsos.
Si tomamos Oxford Street hacia el oeste llegaremos a Marble Arch, la entrada a Hyde Park. Este arco, fabricado mármol de Carrara, estaba originalmente situado frente al palacio de Buckingham, pero fue trasladado a su actual emplazamiento por orden de la reina Victoria, que tenía pensado ampliar el edificio por la zona en la que si ubicaba.
En el espacio adyacente, ya en Hyde Park, se encuentra en famoso «Speaker’s Corner», o «Rincón de los Oradores». Allí suelen reunirse decenas de personas los domingos por la mañana para dar o escuchar sermones religiosos o reivindicaciones políticas de toda clase. Se dice que es el único lugar de Londres en donde no existe la censura, aunque está prohibido, por ejemplo, hacer apología del terrorismo.
Esta tradición, curiosamente, nació porque en este mismo lugar se encontraba el principal cadalso de la ciudad hasta la Edad Moderna, el árbol de Tyburn. Consistía en una estructura de madera que permitía ahorcar a varios individuos al mismo tiempo. Era el lugar elegido para ajusticiar a las personas sencillas que no habían cometido traición al rey. Se dice que a lo largo de su historia, cerca de 50.000 personas fueron ejecutadas aquí.
Desde Marbel Arch y paralela al parque discurre la última calle que delimita Mayfair, Park Row. Esta es una avenida propiamente dicha, uno de los viales más concurridos del centro de Londres, pero también cuenta con su dosis de lujo en forma de concesionarios de grandes marcas de coches y hoteles de cinco estrellas, como el Hilton, el Dorchester o el Marriot Grosvenor.
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Otra curiosidad del barrio que comentábamos al principio del epígrafe es que aquí nació la reina Isabel II el 21 de abril de 1926. ¿Por qué en Mayfair y no en Buckingham? Para empezar porque Isabel II no nació para ser reina, lo fue a raíz de la renuncia al trono de su tío Eduardo VIII en 1937 para poder casarse con Wallis Simpson, que era divorciada.
Por tanto la actual monarca fue princesa de Gales y heredera al trono desde la coronación de su padre, Jorge VI. La segunda razón es que sus abuelos maternos tenían una residencia en el número 17 de la calle Bruton Street, en pleno centro de Mayfair. Su madre, Isabel de Bowes-Lyon, más conocida como la Reina Madre, decidió dar a luz a su primera hija con Jorge VI en esta vivienda.
Por desgracia, fue destruida menos de dos décadas después durante los bombardeos de la Alemania nazi sobre Londres. Actualmente, en este emplazamiento se localiza un edificio moderno con un restaurante chino en la planta baja. Allí, sin embargo, puede verse una placa que recuerda el lugar de nacimiento de la soberana británica.
CHELSEA
La proximidad de la estación de Victoria Station facilita mucho el acceso a esta zona. De todos modos, el barrio cuenta con varias estaciones de metro complementarias que te dejarán todavía más cerca de los lugares reseñados. En la plaza Sloane Square hay una parada de las líneas de metro Circle y District, al igual que en las cercanas Gloucester Road Station y South Kensington Station.
Para llegar al estadio Stanford Bridge deberías bajarte en la estación de Fulham Broadway Station, de una de las ramas de la District. Al igual que en los demás barrios del centro de la ciudad, por Chelsea circulan numerosas líneas de autobús urbano, algunas de las cuales funcionan 24 horas.
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Se sabe de la existencia de una pequeña aldea llamada Chelsea al suroeste de Londres desde el siglo VIII, pero no será hasta finales del siglo XVII cuando el barrio desarrolle la característica por la que se le sigue distinguiendo hoy en día, recibir a miles de residentes de clase alta.
Este pequeño barrio es mundialmente famoso por su equipo de fútbol, el Chelsea F.C., uno de los clubes más ricos y populares de Europa. Pero todavía conserva numerosos lugares y eventos de interés en sus calles, como veremos a continuación. Además, su relativa cercanía al centro de la ciudad, lo hace fácilmente visitable.
La construcción del Royal Hospital a finales del siglo XVIII sirvió para dinamizar más Chelsea, que acabaría engullida por la expansión de Londres a principios de la centuria siguiente.
Fue en ese mismo siglo XIX cuando el barrio se convirtió en un lugar prominente en lo que a creación plástica se refiere. Primero fue el precursor del impresionismo, Joseph Mallord William Turner, el que se estableció allí hasta su muerte. Poco después, Chelsea sería el epicentro del movimiento prerrafaelita, que tuvo un gran tirón en Inglaterra.
Durante el siglo XX se fueron estableciendo en el área personajes destacadísimos del mundo de la cultura, como varios componentes de los Beatles y los Rolling Stones, algo que ayudó a conformar lo que actualmente es este distrito.
Al igual que en el próximo South Kensington y Mayfair, en las calles de Chelsea encontrarás numerosas tiendas de las marcas más prestigiosas de moda, perfumería, casas de subastas y mueblerías. Será a finales de los 90 el nombre de Chelsea pase a ser más asociado con el fútbol, cuando el multimillonario ruso Roman Abramovich, residente del barrio, se haga con el control del club «blue».
Desde un punto de vista turístico, posiblemente, el edificio más famoso de Chelsea sea el Royal Hospital Chelsea, a orillas del Támesis. Se trata de una institución para soldados británicos jubilados y que sigue funcionando a día de hoy. De hecho, algunos de los residentes ofrecen visitas guiadas a los que se acerquen por allí.
Este centro fue mandado construir por el rey Carlos II a finales del siglo XVII y los primeros ex soldados que acogió fueron los veteranos de la batalla de Sedgemore, en la que el hermano y el hijo bastardo del monarca se enfrentaron por heredar su trono, ganando el primero.
Una de las ferias florales más importantes del mundo, el Chelsea Floral Show, se celebra en los jardines de este edificio. Este evento congrega cada año a más de 150.000 personas llegadas de los cinco continentes, durante los cuatro días que dura.
Otros de los lugares de interés de Chelsea es la Sloane Square, en donde, en sus inmediaciones, se encuentra la Saatchi Gallery y los teatros Cadogan Hall y Royal Court.
Este último es el más antiguo de los dos, datando de 1870. A lo largo de su historia ha cambiado de dueños y funcionalidad en varias ocasiones, siendo una de sus principales peculiaridades que cuenta con dos salas para representación, una de 380 y 85 butacas, respectivamente.
Está enfocado en la promoción de nuevos talentos teatrales británicos. El edificio del Cadogan Hall fue terminado en 1905, pero su función original era la de iglesia. En la actualidad ejerce de sede de la Royal Philarmonic Orchestra y su aforo es de casi 1.000 localidades.
Por su parte, la Saatchi Gallery es uno de los museos más jóvenes de Londres, siendo fundado en 1985 por el artista Charles Saatchi para exponer su propia colección de pintura. Con el tiempo sin embargo, su intencionalidad cambió para acoger la obra de artistas emergentes británicos.
A lo largo de estas poco más de tres décadas, la Saatchi se ha ubicado en lugares muy diferentes de Londres, todos ellos fuera de Chelsea. Hasta que en 2008 se trasladó a los Cuarteles del Duque de York, un edificio con más de 200 años de historia. Esta galería es de visita gratuita, salvo para las exposiciones temporales, como fue el caso de la reciente dedicada a los tesoros de la tumba de Tutankamón.
Otro lugar público de interés de Chelsea es el Physic Garden, que debe este curioso nombre a que fue fundado por el gremio de farmacéuticos. Su idea era que acogiese diversos tipos de plantas útiles para posteriormente fabricar remedios, ungüentos y medicinas. El jardín original, que también estaba en Chelsea, fue inaugurado en 1673.
Casi medio siglo después, en 1722, el científico Hans Sloane adquirió unos nuevos terrenos a orillas del Támesis y se los cedió por cinco libras anuales al gremio para que reubicasen allí el Physic Garden. Esta parcela de 3,5 hectáreas es donde a día de hoy se ubica este espacio verde.
Curiosamente, el edificio más visitado de Chelsea, el estadio de Stanford Bridge, no está en territorio de este barrio, sino de su vecino de Fulham. Eso sí, son apenas unos metros de distancia. El propietario del club, y auténtico artífice de su éxito Roman Abramovic, vio cumplido su sueño de hacer al Chelsea F.C. campeón de Europa en el año 2012.
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Así que si quieres ver una copa de la Champions de verdad, tendrás que hacer la visita guiada de Stanford Birdge, que ronda las 24 libras. Si lo que te interesa es presenciar un partido de los locales, que sepas que será muy difícil y costoso adquirir una de las pocas localidades que salen a la venta. Y es que el estadio «blue» se ha quedado pequeño para el tirón del club. Sus poco más de 40.000 localidades pasarán dentro de unos años a ser 60.000 si el plan de Abramovich se hace realidad.
Por último, y aunque se localice en la orilla opuesta del Támesis, te recomendamos que cruces cualquiera de los dos puentes del barrio, el Albert y el Chelsea. Si te decides por este último, verás antes de cruzar a mano izquierda un edificio enorme en obras que quizás te suene.
Se trata de la Battersea Power Station, una antigua planta de energía eléctrica que se convertirá en un nuevo centro comercial en los próximos años. Si te suena es que eres fan del rock británico, y más concretamente de Pink Floyd. Y es que este edificio es el que aparecía en la portada de su disco Animals.
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De momento, hasta que estas instalaciones no estén terminadas, lo más interesante a ese lado del río es el Battersea Park, un área verde de 83 hectáreas ideal para la práctica deportiva.
Es sin duda el corazón de este barrio, otrora una zona industrial que desde hace décadas se ha ido transformando en un área residencial que, hacia el oeste, podría calificarse de clase acomodada. Pegada al río, en el centre del parque, te encontrarás con una exótica pagoda budista de la paz.
LITTLE VENICE
Llegar a Little Venice es muy sencillo, ya que a escasos tres minutos está la parada de metro Warwick Avenue, de la Bakerloo Line. Además, a apenas diez minutos de paseo, se encuentra una de las estaciones de metro y tren más importantes de Londres, Paddington, que cuenta con una amplia oferta de restauración. Los buses 6, 46, 187 y 414 también pasan a través de Little Venice. Otra opción más turística es tomar una barcaza en Camden Town.
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A comienzos del siglo XIX, el tejido comercial londinense decidió la construcción de una gran red de canales en lo que hoy es el límite norte del centro de la ciudad. Los más importantes son el Regent’s Canal y el Grand Union Canal, que cubren entre ambos varias decenas de kilómetros desde la antigua zona portuaria del este de Londres hasta los antiguos límites norte y oeste.
Aquí las mercancías que circulaban por estos canales eran redirigidas a un amplio sistema de transporte terrestre, primero carros tirados por caballos y, desde principios del siglo XX, vehículos a motor. En la intersección de estos dos canales y uno más pequeño, Paddington Basin, se encuentra un espacio triangular de agua que hoy en día se llama Little Venice y atrae a numerosos turistas, especialmente en verano.
Algunos atribuyen este nombre a Lord Byron, aunque parece que fue acuñado en la segunda mitad del siglo XIX, tiempo después de su muerte. Al principio se le llamaba London’s Venice, lo que llevó desde hace apenas 60 años al actual nombre de Little Venice.
El parecido del área con Venecia se debe casi exclusivamente a los canales que allí se encuentran, ya que ni los edificios ni el paisaje en general recuerdan demasiado a la señorial ciudad italiana, lo cual no quiere decir que carezca de cualquier tipo de atractivo.
La mayoría de edificios de Little Venice, de hecho, son del llamado estilo Regente, que data de comienzos del siglo XIX. Sus fachadas están elaboradas con estuco, que le dan ese característico tono blanco. Es una zona parecida a la más turística de Bayswater y Paddington, muy próximas, si bien aquí la mayoría de edificios siguen siendo residenciales.
El más famoso de todos ellos es el Colonnade Hotel, que está relacionado con el científico Alan Turing y el padre del psicolanálisis, Sigmund Freud. El primero nació aquí en 1912, ya que en aquella época era un paritorio. El segundo, pasó una breve temporada cuando huyó de los nazis tras la ocupación de Austria en 1938. Poco después, Freud se mudaría a Finchley Road, cerca de Little Venice, donde se encuentra su casa museo.
Pero la gracia de Little Venice radica en los barcos que adornan estos canales. Se estima que unas 10.000 personas residen en ellos a lo largo de toda la ciudad, no solo en este pequeño espacio. Cada cierto tiempo tienen que ir trasladándose y se calcula que pagan algo más de 1.000 libras al mes de media de alquiler.
Además, en Little Venice encontrarás varias de estas barcazas, alargadas y estrechas, reconvertidas a cafeterías, restaurantes e incluso teatros, como el Puppet Theatre, que tiene capacidad para que 55 personas puedan disfrutar de sus espectáculos de marionetas al mismo tiempo. Esta embarcación se encuentra en el barrio de septiembre a junio, mientras que en julio y agosto viaja por el Támesis.
Cada año, coincidiendo con los días festivos del primer fin de semana de mayo, se celebra en Little Venice la Canalway Cavalcade. La primera edición tuvo lugar en 1983 y desde entonces solo el coronavirus pudo detenerla. Se trata de una feria de barcazas en la que se hacen regatas de exhibición, mercadillos y eventos gastronómicos.
También son muy populares los tours en barco desde Little Venice hasta Camden Town con parada en el Zoo de Londres. Es un recorrido de alrededor de una hora que se puede realizar en ambos sentidos y su precio suele rondar las 10 libras. Este viaje recorre el Regent’s Canal y rodea la parte norte del parque real homónimo.
En el centro del triángulo en el que se encuentran los tres canales se emplaza una pequeña isla con varios sauces llorones. Esta hace las veces de rotonda para las barcazas y permite que se puedan detener un momento en ella para que sus pasajeros descansen. Se llama Browning Island en honor al escritor Robert Browning, que residió cerca de allí.
BRIXTON
Cómo llegar a Brixton: la estación de metro en la que termina la Línea Victoria es precisamente la del centro del barrio, gracias a lo cual está perfectamente comunicado con el centro de la ciudad a través de paradas de esa misma línea como Victoria, Oxford Circus y Kings Cross. También existen numerosas líneas de autobús que sirven al área, aunque la rapidez y puntualidad del metro, hacen recomendable su uso, independientemente de la zona de Londres de la que vengas.
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El barrio de Brixton se ha convertido en los últimos años en uno de los polos de atracción de Londres en lo referente a ambiente festivo y cultural. Al igual que en muchos casos similares, no obstante, este distrito al sur de la ciudad no ha tenido un pasado precisamente fácil o floreciente. Su seña de identidad es la alta presencia de emigrantes jamaicanos y sus familias, que han hecho de Brixton un lugar diferente a cualquier otro.
Aunque ya en la Edad Media existía un lugar denominado como Brixton Hill al sur de Londres, lo cierto es que hasta bien entrado el siglo XVIII la zona era eminentemente rural y poco poblada. El bosque que cubría buena parte del lugar fue paulatinamente dando paso a un área de cultivo que daba trabajo a cada vez más familias humildes.
Hay que esperar al siglo XIX para que se construya próximo a Brixton el puente de Vauxhall, que mejorará enormemente las comunicaciones con el centro de la ciudad. Es importante destacar que la orilla sur del Támesis era un área de marisma que solo empezó a desarrollarse en época victoriana, salvo contadas excepciones, de ahí que la capital inglesa tendiese a crecer hacia los otros tres puntos cardinales.
Sin embargo, con el avance de la industria, Brixton pasó a ser un área residencial para la clase media, bien comunicada y abastecida. De hecho, sorprende que fuese una calle de este barrio la primera vía comercial en ser iluminada con luz eléctrica, en los años 80 del siglo XIX. A esta calle se la conoce actualmente como Electric Avenue.
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El auge del barrio provocó a su vez un cambio de residentes, ya que la zona estaba empezando a industrializarse y la clase media se trasladó a otras zonas de Londres, quedando en su lugar familias proletarias. En Brixton se encontraba además uno de los mercados más importantes de los suburbios.
El siguiente cambio fue a peor. Tras la destrucción que dejaron tras de sí los bombardeos nazis de la Segunda Guerra Mundial, las autoridades locales decidieron aumentar la capacidad residencial de Brixton, fuertemente afectada en esos momentos, con la construcción de viviendas sociales de mala calidad.
Fue entonces, en los años 40 y 50, cuando comenzaron a llegar miles de emigrantes de las Indias Occidentales, principalmente Jamaica, aunque también hubo una importante cantidad de portugueses asentándose en la zona. Este fenómeno migratorio está simbólicamente representado por la llegada del barco «Empire Windrush» en 1948 procedente de Jamaica con 42 personas a bordo, consideradas la primera comunidad de afrocaribeños de Londres y marcando el inicio de la multiculturalidad que impera actualmente en el Reino Unido. Una de las plazas de Brixton recibe el nombre de este barco.
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Desde entonces podemos hablar de una merma considerable de las condiciones de vida en el barrio, con una clase proletaria escasamente formada y peor remunerada que sufrirá una campaña de persecución policial a comienzos de los años 80. Se trata de la «Operation Swamp 81«, cuyo propósito era reducir el crimen en el sur de Londres, pero introducía la posibilidad de detener a cualquier individuo que los agentes considerasen sospecho de cometer algún delito.
Y la mayoría de los cerca de mil detenidos en solo cinco días eran afrocaribeños, de ahí que la población se alzase en contra de la campaña y de lo que consideraba un trato injusto por parte de las fuerzas de seguridad. Las huelgas congregaron a casi 5.000 protestantes y tuvieron como resultado a 300 policías heridos, medio centenar de civiles, más de cien coches calcinados, 150 edificios dañados y 82 personas arrestadas.
El abogado Lord Leslie Scarman creó un informe a raíz de los acontecimientos que consideró la actitud de los agentes contra la comunidad afrocaribeña como «desproporcionada», a la vez que daba unos parámetros de actuación nuevos para que no se volviesen a repetir eventos como los sucedidos en Brixton. Con todo, durante las dos siguientes décadas siguió habiendo reportes de actitudes «racistas institucionalizadas» por parte de la Policía londinense, que incluían la muerte de varios afrocaribeños mientras eran custodiados e interrogados.
Durante los años 90, además del problema ya mencionado, los residentes en Brixton sufrieron un atentado perpetrado por el neonazi David Copeland. Fue en la ya mencionada Electric Avenue el 17 de abril de 1999, durante la celebración del mercado, y tenía como objetivo a la propia población migrante, como se descubriría posteriormente. Como resultado de la explosión de la bomba de clavos colocada por Copeland, 48 personas resultaron heridas, muchas de ellas de gravedad.
Días después, el 24 y 30 del mismo mes, este terrorista colocó otros dos artefactos en Brick Lane y Soho, respectivamente. En esta ocasión los ataques iban dirigidos a las comunidades bengalí y gay. Mientras en el ataque del East End no hubo que lamentar fallecidos, en el del pub Admiral Duncan del Soho murieron tres personas que se encontraban en su interior. Copeland, de 22 años de edad en ese momento, fue condenado a seis cadenas perpetuas.
En la actualidad, Brixton es un área que se ha puesto muy de moda entre gente de clase acomodada, especialmente artistas que encontraron en sus calles y locales un lugar ideal para expresarse en libertad. Esto ha contribuido enormemente a cambiar la cara del barrio, que está experimentando una paulatina renovación y lleva años atrayendo a turistas, bien por su atractivo cultural, bien por su fama como lugar de ambiente nocturno, con numerosos pubs, clubes y cafeterías.
Una de las mayores curiosidades de Brixton es que, desde 2009, muchos comercios locales se han unido en una iniciativa que promueve el uso de una moneda propia, la llamada «libra de Brixton» o Brixton Pound.
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Así entienden que se potencia el consumo local y un comercio más justo, algo que simboliza como pocos lugares el Brixton Pound Cafe, una cafetería en la que los clientes eligen el precio a pagar por sus productos ecológicos y veganos. Además, en este establecimiento se organizan numerosas actividades artísticas abiertas a todo el mundo.
Si por algo es conocido este barrio del sur de Londres es por ser el lugar de nacimiento de uno de los mayores músicos de las últimas décadas, David Bowie. Nació concretamente el 8 de enero de 1947 en la calle Stansfield Road, al norte de Brixton, en una casa que sigue existiendo a día de hoy.
Quizás sea todavía más famoso, especialmente después de su muerte en 2016, el mural dedicado en su honor muy cerca de la estación de metro, un lugar elegido por fans llegados de todo el mundo para rendirle tributo con flores, notas o fotografías de su ídolo.
A pesar de ser un barrio de historia proletaria, o quizás por eso, Brixton es el lugar de nacimiento de muchos más personajes relevantes más allá del propio Bowie, tales como el primer alcalde del Londres unificado, el laborista Ken Livingston, el ex primer ministro conservador John Major, dos de los fundadores de la banda punk The Clash, Paul Simonon y Mick Jones, el ex NBA Luol Deng, y uno de los primeros miembros de Fleetwood Mac, Danny Kirwan.
Además de ellos, la cantante Adele también vivió en Brixton en su juventud, si bien ella no nació allí.
PARQUE OLÍMPICO Y CANARY WHARF
El este de Londres ha sido desde la revolución industrial hasta hace apenas unas décadas la zona marginal por excelencia. Hacinamiento en infraviviendas, alto nivel de mortandad por enfermedades y falta de recursos, hambre, marginalidad, prostitución y altísimas tasas de delincuencia.
La imagen del East End, como se conoce popularmente a la zona, ha cambiado drásticamente en el lapso de apenas un cuarto de siglo. Si bien es cierto que la modernidad y el bienestar no están igualmente repartidos por el área, a día de hoy es una zona residencial popular para londinenses y extranjeros, con un nivel de vida, mayormente, bueno.
Los mayores ejemplos del avance del East End hacia la modernidad y la atracción turística los encontramos en Stratford, barrio donde se celebraron los Juegos Olímpicos de 2012, y las Docklands, especialmente Canary Wharf, una zona financiera de elevada importancia.
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Empecemos por el desarrollo de Canary Wharf, ya que es anterior en el tiempo. La conocida como Isle of Dogs era un meandro del río Támesis que hacía tiempo que había dejado de ser una isla, convirtiéndose en una zona portuaria importante, pero rodeada de barrios proletarios famosos por su marginalidad, como Canning Town o Limehouse, donde precisamente los chinos habían instalado sus fumaderos de opio.
Esta área fue ampliamente arrasada por las bombas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial, teniendo que renovarse casi en su totalidad. Desde los años 80 se fueron desarrollando nuevas áreas residenciales adyacentes al Támesis, empezando por St. Katherine Docks, justo al lado de la Torre de Londres y llegando hasta la propia Isle of Dogs.
Allí, el gobierno de Margaret Thatcher proyectaba realizar una ampliación del barrio financiero de la City de Londres. Desde finales de esa misma década comenzó a construirse los que iban a ser los primeros rascacielos de toda la ciudad (con permiso del Tower 42, que se inauguró en 1980).
Al tratarse de un lugar relativamente apartado del centro, Isle of Dogs y toda la zona de las Docklands necesitaban una profunda revolución en lo que a transporte se refiere. Y esta no se hizo esperar. Durante la década de los 90, se inauguró el nuevo servicio de DLR (Docklands Light Railway), un monorrail de superficie que se mueve sin conductor.
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También se proyectó la ampliación de la red de metro y se crearon las estaciones de Canary Wharf y Canning Town para la línea Jubilee. Esto permitió que mucha gente acabase por decidir mudarse a áreas como Millwall, al sur de Isle of Dogs. También se potenció el aspecto lúdico de Canary Wharf, en donde se establecieron cines, restaurantes, centros comerciales e incluso el Museum of London Docklands.
A día de hoy, Isle of Dogs sigue en permanente desarrollo, concentrando todavía más rascacielos que la City y ofreciendo al turista uno de los mayores contrastes paisajísticos de la ciudad: al norte la moderna zona financiera, al sur, la verde y residencial. Además de contar con DLR y metro, este barrio también es accesible en barco, tanto municipal como de varias compañías turísticas.
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En lo que respecta a Stratford, a comienzos de siglo estaba considerado uno de los lugares más marginales de Londres. El gobierno local apostó por los Juegos Olímpicos para modernizarlo y atraer turismo, confiando en que la gentrificación serviría para mejorar sus condiciones de habitabilidad, lo que consiguió en una gran parte.
Al igual que Canary Wharf, Stratford también se beneficia de un sistema de transporte privilegiado, con las líneas Central y Jubilee, la futura Elizabeth (que ya funciona hasta Liverpool Street) y el ya mencionado DLR.
Al contrario de lo que suele ser habitual, las instalaciones que albergaron los JJOO continúan utilizándose y es un lugar que congrega a miles de personas a diario. En sus inmediaciones se construyó uno de los mayores centros comerciales de la ciudad, el Westfield, un barrio residencial y una gigantesca torre de acero retorcida llamada Arcelor Mittal Orbit, con vistas a toda la villa olímpica y que fue uno de los símbolos del evento celebrado en 2012.
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El Estadio Olímpico, llamado ahora Estadio de Londres, pasó de contar con 80.000 espectadores a tan solo 60.000, suficientes para transformarse en la casa del club más señero del East End, el West Ham. Además, instalaciones como la Piscina Olímpica, obra del equipo de arquitectos de la prestigiosa Zaha Hadid, o el Velódromo pueden ser alquilados y utilizados por los amantes del deporte.
También pueden hacer uso de todo el espacio del parque, que es público y gratuito y conforma el mayor pulmón verde del este de Londres.
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RICHMOND
Cómo llegar a Kew Gardens, Richmond y Hampton Court:
Para llegar a Kew Gardens tenemos uno de los ramales de la línea District del metro de Londres, la que termina en Richmond Station para a escasos 15 minutos andando de la entrada del parque. La estación se llama precisamente Kew Gardens Station.
También es fácil llegar tomando en Waterloo el tren de South Western dirección Hounslow y bajando en Kew Bridge. Presta atención al recorrido del tren, porque hay varios de la compañía que terminan en Houslow. Una vez en tu destino, solo es necesario cruzar el puente y en menos de quince minutos llegarás a la entrada.
Para llegar a Richmond, hay dos opciones cómodas. Una es tomar el ramal de Richmond de la línea de metro District. La otra, el tren en Waterloo en dirección a Hounslow, que no se trata, por cierto, del mismo recorrido que va a Kew, así que presta atención.
Ambas alternativas te dejan en el centro de la localidad. Desde allí, dirígete a la orilla del Támesis, donde podrás disfrutar de un agradable paseo. Un poco más adelante tendrás que subir Richmond Hill, que son unos 50 metros, para encontrar la entrada al parque.
Para visitar el palacio de Hampton Court es mejor tomar el tren que sale cada hora de Waterloo con destino a la estación homónima, ya que la entrada tiene truco. Si vas desde Kingston, tendrás que cruzar obligatoriamente la mitad del bosque de Bushy y rodear todo el palacio para hallar el único punto de acceso existente. Sabiendo esto, y si quieres conocer el parque y Kingston, lo mejor es diseñar una ruta Hampton Court pueblo-palacio-bosque de Bushy, Kingston.
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Una de las áreas favoritas de los londinenses dentro de su propia ciudad es sin duda el oeste del Támesis, más concretamente los barrios de Kew, Richmond, Kingston y Hampton Court. El atractivo de esta zona se explica por la predominancia del entorno natural sobre la ciudad.
Sin ir más lejos, el Parque Real de Richmond es casi tres veces más grande que el famosos Central Park de Nueva York, mientras que el Real Jardín Bótanico de Kew es considerado el mayor del mundo. Si quieres disfrutar de unas zonas verdes de privilegio a apenas media hora de Londres, tu apuesta debería ser sin duda el área de Richmond.
Eso mismo pensaba Enrique VII, padre del famoso monarca que creó la Iglesia Anglicana. Este rey de origen galés, puso fin a la guerra civil entre partidarios de los York y los Lancaster y sentó las bases de lo que se podría considerar la monarquía inglesa moderna. Cuando obtuvo el trono a finales del siglo XV, decidió instalar un nuevo palacio a 15 kilómetros al oeste de
Westminster, donde estaba su residencia oficial. Allí podría cazar ciervos y aislarse de sus deberes de gobernante. Esta zona fue bautizada en su honor, ya que él poseía el título de conde de Richmond. El palacio ya no existe, pero si un pueblo elegante y tranquilo al lado de un inmenso bosque de 9,5 kilómetros cuadrados de extensión.
En él residen más de 650 ciervos de diferentes especies, además de una gran variedad de aves, reptiles e insectos autóctonos. La visita es gratuita, ya que se trata de uno de los ochos parques reales, o sea, sigue perteneciendo a la monarquía británica.
El que no es gratuito es Kew Gardens, situado un poco más al norte de Richmond. La entrada ronda las 17 libras, lo cual podría parecer mucho para un «simple» jardín botánico, pero en él podrás pasar horas y horas paseando por entornos tan variados como un mirador en las copas de los árboles, el invernadero tropical, el de clima desértico, el lago central, o el situado a orillas del Támesis. Un auténtico paraíso para amantes de la naturaleza y románticos, emplazado además en un lugar con mucho encanto.
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Un poco más al suroeste de Richmond, aunque a poca distancia en autobús o tren, se encuentran Kingston y Hampton Court. Parece mentira que este área tan rural y verde siga siendo Londres, pero lo es oficialmente desde 1965. Kingston es una de las localidades más señoriales de la capital inglesa, como denota el aspecto y ambiente que se respira en sus calles, el principal núcleo comercial de la zona.
Muy cerca de allí, cruzando al otro lado del Támesis, comienza otro enorme parque real, el de Bushy, que antiguamente pertenecía al coto de caza del palacio de Hampton Court. Aunque un poco más pequeño que Richmond, este parque también se merece la denominación de bosque y no es difícil «perderse» por sus caminos.
Al oeste se emplaza el palacio favorito de Enrique VIII, que mandó construir su parte más antigua, de ladrillo y aspecto medieval, y Guillermo III, que dedicó grandes sumas de dinero a modernizarlo en estilo barroco a finales del siglo XVIII. Es el edificio más grande de todos los que la monarquía tiene en Londres y su visita también es de pago, rondando las 20 libras.
Además de las salas y parte de la decoración originales, en Hampton Court también podrás encontrarte en sus pasillos y estancias a actores ataviados como Enrique VIII, sus esposas e hijos, que no tendrán problema en resolver todas las dudas históricas que se te presenten acerca de sus figuras.
Una curiosidad de este palacio es que alberga una de las pocas pistas que se conservan de Real Tennis, el deporte de los reyes. Allí podrás ver a aficionados a esta modalidad tan peculiar, mezcla de tenis y frontón, practicando su deporte favorito.
DAMIÁN PEREIRA